viernes, 21 de junio de 2013

Mitos

Intento...me esfuerzo, me esfuerzo en sintonizar con cierto ideal cultural sobre los rasgos más característicos de una persona adulta. Madura. 

Pero luego rechina el mundo y el aire a tus espaldas. Recuerdas que estas características son ilusiones cuando hablas del ser humano. 

Sentimientos que alcanzan infinitos cielos de colores que nunca hemos percibido. Las cosas son como son; unos se sobreponen, otros se hunden en un abismo cobarde de depresión y engaño. 

Al final, ¿cual es el mito? La razón acaba existiendo como mucho en las palabras. La bendita ciencia, definida por la capacidad de probar que algo es cierto, es un camino harto complicado para los que prefieren cualquier resumen sobre las verdades del Mundo, asumir lo básico, y gastar el resto en estímulos emocionales. 

El placer de un rato, la imagen y las apariencias, el ego y los vicios ocupan ese gran porcentaje (que no pienso representar a falta de un estudio verdaderamente científico) de tiempo dentro de las percepciones de una raza cuyos objetivos a corto plazo -o individuales a todos los plazos- son prioridad. 

No se nos puede echar en cara, en el fondo. ¿Como luchar por la perfección y el progreso de una raza conflictiva y emocional, que vive el momento? Demasiada fe ciega hay que llevar encima, o mucha droga en las venas. 

El mito alumbra unas pocas verdades sencillas. Cada uno que crea lo que quiera, este maravilloso reino de tinieblas nunca ofrecerá una guía sobre que camino tomar. Menos mal, por supuesto, ya nada tendría gracia. Sobre todo para aquellos que prefieren llorar para sentirse vivos.