martes, 28 de diciembre de 2010

Lo mejor está por llegar

Es una frase que me encanta repetir, aunque la leyera de un camión en forma de publicidad. Y aquí estoy, sentado en el sofá del salón de la casa de Huelva, con el perro dormido a mis pies y la compañía de mi padre y de mi abuela, riéndose ambos por anécdotas pasadas. Tengo la música puesta a medio volumen para enterarme de lo que dicen, ahora que he terminado otro de los trabajitos de la facultad. Preferiría dedicarme a las fichas que me propuso Nacho, si no fuera porque aquí no llega el wi-fi.

Otra canción empieza a sonar, una de esas que me pasó Juan en su día y que siempre se agradecen. Resumo un par de recuerdos y la vista se mueve al frente. El 2010 a punto de terminar y puedo decir que estoy satisfecho, por una vez. Y de nuevo planes futuros se dibujan, repetir tantas cosas con aquellos con los que me siento a gusto. Y sí, creo que puedo decir que no soy el mismo de hace un año, que el cambio ha sido notable, y espero que para el 28 del año que viene pueda decir lo mismo.

He perdido en parte ese miedo a ir diciendo cosas que pienso. Ojalá pudiera decir lo mismo de esos sentimientos oscuros que se avivan desde dentro y a veces desde afuera, llamas sombrías que dicen que las cosas a veces no merecen la pena. Pero que les den. La vida ya es bastante complicada. Mejor disfrutar de los pequeños detalles que creas tú mismo día a día, y que ningún fin de año tenga que parcelar tus ilusiones.

Seamos realistas, nunca fui optimista, eso ya muchos lo saben. La maldad y la crueldad acechan por doquier, no puedes fiarte de casi nadie, ni siquiera de los que significan algo para ti. No puedes evitar de todos modos dejarte llevar algunas veces y confiar. Por eso es tan importante equilibrar las cosas, reconocer los errores y aceptar el hecho de que volverás a equivocarte.

Puede que utilice mis propias palabras como terapia de impacto. ¿Qué iba a ser si no? Algunos escriben poemas o canciones, yo suelto frases que surgen en mis archivos cerebrales y que de alguna forma me gustaría conservar. Otra cosa no, pero conservar recuerdos me gusta un huevo. Y al igual que con todo, dentro de diez años volveré a mirar estas líneas y reiré, seguro que reiré.

Ahora me apetece pensar en este momento exacto, en patinar sobre hielo, en salir acompañado a correr a partir de Mayo, en disfrutar las noches sevillanas, seguir con el Cajón de-sastre y Nosologeeks, en seguir escribiendo, incluso en volver al ambiente bibliotecario. Y que todas las experiencias que vaya acumulando puedan servirme algún día para crear una buena historia.

De ti me despido, 2010. No te lo tomes a mal, pero creo que el siguiente será un año mejor de lo que tú pretendiste nunca. Puede que me equivoque, pero yo de todos modos intentaré fabricar un 2011 lleno de locuras, siempre con esa parte racional que necesito y con una sola ilusión, la de seguir mejorando. Una idea que aunque parezca a veces algo hipócrita, llevo fuertemente pegada. Es difícil, pero no por ello voy a renegar, ¡pardiez!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Reto aceptado

¿Y por qué no? Es una pregunta que asalta mi cabeza mucho últimamente. El disparo de salida que luego casi me obliga a dar un paso, a iniciar un "experimento". Total, todo es experimentar, no se puede estar seguro de nada...Y eso es bueno, ¿verdad?

Y un poco estresante...y que más dá. Algunos amigos mios reflejan continuamente una actitud que yo guardaba bajo llave. Me miraba las manos y me preguntaba: ¿Por qué no las mueves y haces algo?

Y es tan simple como tirar la primera ficha. Luego te consciencias y lo que cuesta es parar.

Y siempre servirá de algo. Es cuestión de ser positivo. Siéndolo, todo parecerá más trascendente, todo enriquecerá más. Tendiendo en cuenta las alternativas, ¿por qué no?

Y todo teniendo en cuenta una base sólida de valores morales que nos acompañen adonde vayamos, pase lo que pase. Buscar un equilibrio, o al menos acercarse a él.

Y las cosas puede que salgan mal, puede que me arrepienta. O no, si la alternativa era no hacer nada...¿Preferir no hacer nada a esforzarse aunque no logres lo que quieres? Psss, si en realidad, hay que ser un poco masoca de vez en cuando.

Y....nada, que acepto el reto.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Canción silenciosa

Oí decir a un hombre que jamás permitiría que una muchacha bonita llorara delante suya. Le pregunté que era para él una muchacha bonita y me contestó que en realidad para él todas eran bonitas.

El hombre me sonrió y comenzó a hablar. Parecia que guardaba grandes dolores en su alma. Yo era joven, me decía. Los sentimientos me dominan y permiten que tome decisiones propias de un loco. Y en el fondo a estas edades todos estamos algo locos. Ardes continuamente, pero te reprimes como un adulto. Las palabras se atropellan de forma difusa en tu cabeza, formando una canción silenciosa. Sigues los compases que mejor te suenan, sin estar muy seguro de adonde te llevarán. El miedo es nuestro día a día, miedo al espejo, a no saber quienes somos.

Me fuí a casa sin tomarme demasiado en serio lo que decía. Preocupaciones más prioritarias sacudían mi mente. Y digo prioritarias, no importantes. Puesto que en realidad nos tira más lo prioritario que lo sustancialmente importante.


A ese mismo hombre le oí decir en otra ocasión que al final, somos nosotros mismos los que decidimos cuando dejar de sufrir. Nos refugiamos en el dolor ante una pérdida o ante una ausencia para no afrontar esa verdad. Puro egoismo que va mermando o transformándose en odio. El dolor es inevitable, dijo. Hay que aprender a vivir con la constancia de que nos perseguirá allá donde vayamos. Y para sobrevivir hay que adaptarse, y adaptarse es superar el sufrimiento.

Tras decir esto, el hombre se echó a reir. ¿Por qué se rie?

Quizás porque todo lo que te digo no servirá para nada. La orquesta volverá a tocar, una y otra vez, en nuestras cabezas. Y no podemos controlar nuestras emociones. Ellas controlan el ritmo y el compás. Podemos frenarlas, ordenarlas, encaminarlas hacia determinada dirección. Pero no detenerlas...

El silencio. No puedo oir lo que ese hombre piensa. ¿Curiosidad? Me corroe por dentro, siempre. Curioso por todo, por lo que desconozco. No por rumores estúpidos o chismorreos...Curiosidad por como funciona el mundo y como funcionamos nosotros...

El hombre se despidió de mí y no lo volví a ver. Podemos convertir nuestra vida en una buena novela cargada de riqueza. Configuramos el mundo de forma teatral, con actos, con personajes, a todos les otorgamos un papel. Sufrimos si los personajes desaparecen o no quieren su papel.

Pero luego despertamos, no estamos en ninguna obra, no existe ningún hombre. Y se hace el silencio. Podemos volver a sumirnos en el sueño para que la música vuelva. Yo la verdad, prefiero oir cantar a otros, romper con los roles que les otorgué y escuchar sus historias...

domingo, 12 de diciembre de 2010