viernes, 2 de diciembre de 2011

Mañana será otro día

Es psoible que las palabras duras escritas en blanco sobre fondo negro produzcan una inevitable sensación de "negatividad". Pero nada más lejos de la realidad. Es posible que influya el propio estado de ánimo del "lector" para imbuir cierto dramatismo a lo que se lee. Pero ahí va la sentencia: no todo lo que se escribe con afán de mostrar una verdad pensada o creida por un sujeto, por muy negativo o pesimista que suene, busca precisamente ahogar penas o destemplar gritos de angustia.

Porque no creo que exista ningún primer paso mejor para llegar a la felicidad que admitir que te vas a morir tarde o temprano. Tampoco puedes pretender cambiar el mundo a tu imagen y semejanza, pretender que todos piensen lo mismo que tú o pretender ser el puto amo del universo, sentencia que he oido alguna que otra vez, no es que intente ser metafórico.

Te digo también que no todo el sarcasmo busca ser cínico o sonar con voz grave o enfadada. He aquí mi propuesta optimista, no la denuncia ante algo que quiero cambiar sino ante algo que es y parece que nadie está dispuesto a tratar. Y es importante indagar en ese Preconsciente de las cosas que sabemos que existen pero de las que no queremos saber nada.

Evitar un problema no ayuda. Ser optimista o positivo no es huir de los problemas. No es prohibir la discusión o la reflexión sobre lo que nos perturba, sobre las palabras que se ahogan en nuestra mente, cada una de ellas clavándose en el cerebro.

No podemos, en definitiva, dejar que nuestras existencias vaguen arrastradas por una corriente de comodidad y autocompasión. No podemos dejar que nadie decida por nosotros que hacemos o queremos, no podemos limitar nuestra razón de ser a un cúmulo de situaciones que aprisionen nuestro talento y nuestros objetivos.

Ser optimista es ser consciente de ese gran muro que tienes delante de la jeta y empezar a construir una escalera para superarlo. Tardarás, claro que tardarás...Y sacrificarás otras tantas cosas. Lo que hay que tener claro es si estas dispuesto a pagar el precio de alcanzar ese objetivo cumbre de tu vida. Y más importante aún, si estas dispuesto a hacer lo que debes hacer para ser feliz.

Y no dejar que nadie te diga lo que puedes o no hacer, ni dejar que te manipulen, que nada te convierta en dependiente, que nada te impida ser como quieres.

Cuando estamos solos solemos hacer recuento de nuestro día a día, analizamos lo que hemos hecho y nos damos cuenta de todas las decisiones que tomamos de forma inconsciente o incluso automática. Si eres optimista, seguirás esforzándote en tomar las riendas de tus acciones y lograr que el día se convierta en lo que quieras hacer de él, mirar atrás y no decir que has estado perdiendo el tiempo.

Posiblemente mañana será otro día, diria el optimista de la conformidad. Pero a menos que aprendas a disfrutar del hoy, aunque no veas absolutamente nada a causa de una lluvia torrencial y la niebla más espesa, no habrá mañana que te salve. Y lo digo desde el positivismo más absoluto del que está dispuesto a alcanzar sus objetivos, aunque los consiga al cumplir los 110 años...

No hay comentarios:

Publicar un comentario