martes, 6 de diciembre de 2011

Suavidad

Leve. Se siente una brisa leve. Inunda plácidamente cada poro, ¿para qué resistirse? Es de sabios rectificar, y en este caso problemas se retuercen y disgregan en una carcajada fácil. Se respira, y se concentra, y se relaja...

Leve. Se siente un susurro leve. Y suavemente te dejas arrastrar. No existen fronteras, ni gritos, ni asuntos que agiten el alma. No si desatas las cuerdas y acabas con los límites.

Leve. Se siente una caricia leve. No hay nada que preguntarse, porque las dudas son de sencilla resolución. Tenemos las respuestas en nuestras narices, los actos mismos sellan realidades. Esta es mi realidad.

Leve. Se siente una sonrisa leve. Suficiente para que todo lo demás desaparezca. Ya empiezo a comprender que nada más me podría importar.

Con la misma suavidad cierro la boca y el tiempo fluye..............siguiendo...........en silencio...........
Suavemente. Hasta el final. El del silencio, y es lo único que importa. Que alguien te saque del silencio. ¿Quíen? Quien quiera. Porque tú solo luchas por no silenciar a otros.

Leve. El mundo debería funcionar de forma más leve. Un baile lento que te permita disfrutar dulcemente cada segundo, que se dilate entre la calidez y la paz. Las personas deberían disfrutar más del espacio y menos del tiempo. Y no hay excusas que valgan. Mi silencio no desaparece por excusas, ni exigencias, ni prepotencias, ni órdenes, ni amenazas, ni persuasiones, ni sobornos, ni falsos caramelos.

Leve. Se siente una mirada leve. Suficiente para todo, necesario para sentirse vivo. Que le den a las coreografías y a las defensas, a los cánones y a la ambición inconmensurable. Se puede vivir con una mirada que te derrita todas las mañanas. Diablos que sí, en eso reside la gloria.

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