Al final, y sin tener consciencia de ello, hemos convertido el capitalismo en una religión. Una religión de rutinas y de sistematizaciones de vida. La lógica de la oferta y la demanda, de esta forma, se socializa expandiéndose por todos los ámbitos del entorno. Lo que importa pues en última instancia, es lo que se demanda generalmente, lo que la mayoria desea, industrializar los intereses y las necesidades y convertirlas en anhelos por costumbre. Y se deja para el final la moral o la ética, siempre con una buena excusa: se ofrece lo que se demanda, sea lo que sea. Una buena forma de expiar los pecados...
En un mundo capitalista la gente no es libre por mucho que lo crea. Somos esclavos del dinero, de él dependemos y debemos ajustar nuestros planes de futuro en torno al sistema monetario. Los ricos y los poderosos se esfuerzan por mantener el status quo y la clase media disfruta del ocio que les ofrecen los comercios y la publicidad, ambos grupos derrochando el dinero en ocasiones en elementos insustanciales. Mientras más se disfruta, menos preocupan los temas más relevantes, el peso de mantener un trabajo y pagar la manutención de tu calidad de vida se aligera y con quejarnos nuestra energía se calma. Los políticos hablan en las televisiones, dicen cosas pero demuestran poco. Se quejan de otros, emplean la retórica y los términos más ambiguos que puedan existir, se dan muchos porcentajes cuando lo importantes son los hechos y las personas detrás de los números. El factor humano se deja de lado en una sociedad basada en el capitalismo, donde lo que importan son las cifras. Las leyes se amoldan a los intereses de aquellos que se autonombran portavoces de la justicia y se acatan cómo factores inamovibles y dogmáticos...Cuando la realidad es que no vivimos en un mundo dogmático, ni mucho menos humano.
Creemos que tenemos las leyes y las normas, y en el fondo no manejamos nada. Es la nueva religión la que cree que lo domina todo, que no existe nada más y que todo funciona de la mejor forma posible....Cuando nada es perfecto, cuando nada funciona de la mejor manera y todo se puede mejorar, cuando no existen leyes perfectas e inamovibles, cuando los humanos no somos seres infinitos ni el centro del universo. Y actuamos continuamente como si lo fuéramos. Podemos reconocer todo lo que hemos logrado en la historia, pero nada de eso nos da verdaderos derechos ni poderes totales. Todos nacemos y morimos, y eso no lo decide ninguna normativa...
Todo es cuestión de demanda, y de falsa demanda. Hacer creer que algo se demanda y por lo tanto unirse a la marejada. La importancia de las modas y de la mímesis....La importancia del morbo...
Y ahora, a las 2 de la mañana, veo un debate sobre la educación que no se emite en otro horario porque los noticias del mundial han ocupado todo el tiempo...Es cuestión de demanda, al fin y al cabo, y es la demanda lo que determina que es lo importante, tanto en la sociedad cómo en el mundo de la información...Y si un país muerto de hambre resulta desagradable y por lo tanto no atrae al público, deja de ser importante. Porque aunque se pueda debatir de mil cosas y opinar de mil cosas, es la demanda la que elige los temas y salirte de los esquemas es perder atención y dinero...
Sin demanda no existe oferta, y sin oferta no hay pasta...Con lo cual, lo que diga la demanda, sea lo que sea, va a misa...
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