lunes, 20 de junio de 2011

Máscaras

Ahh...no suficiente con saber que el insomnio me visitaría esta noche...Y van y vuelven los mosquitos. Suficiente un par de picaduras para desvelarse y saltar de la cama. Abro el portatil y, como suele pasarme a estas horas, me pongo sensiblero.

Sensiblero, que es como yo llamo a ese afán espiritual, esa necesidad imperiosa de volcarme en palabras. Porque, acabo de caer en la cuenta, no solo del retorno de esos malditos chupadores de sangre, sino también de que llevo puesta una pedazo de máscara. Es increible que por un tiempo casi ni me acordara. Al menos hasta que el peso ha comenzado a ser notable.

Todos llevamos máscaras, a estas alturas es base natural y antropológica claramente reconocible. Pero la mía, podría decir que es especial...

Es especial porque esta blindada. Y con el tiempo he dejado de notar hasta el frio en la cara. Es esto hacerse mayor...¿Es esto hacerse mayor? ¿Sustituir lo que llamabas alma por una suerte de trozo de plástico artificial?

Ilusiones, ilusiones, ilusiones...Hacerse mayor es igual a que estas desaparezcan, cayendo una a una, cada vez duele menos. Hasta que un día deja de doler...

Pero no puede ser así. Esta forma de jugar con mi propia alma...Exponiéndome al daño casi queriendo, de forma experimental, encontrándolo casi divertido porque no siento nada al respecto (o es que no quiero ver que siento algo)

Por supuesto la máscara puede caer. Lo gracioso es que ahora mismo, es lo último que deseo.

Todos usamos grandes máscaras que nos envuelven. No hablo de máscaras preconstruidas, hablo de como somos normalmente. Porque en el fondo no somos como nos comportamos. Y la prueba es que me quito la máscara al escribir. Quisiera también quitármela al hablar con gente cara a cara, pero se hace dificil si ves que ellos la tienen puesta, o más bien pegada a la cara con varios cerrojos.

Quizá es porque somos torrentes de sentimientos que no podemos ni sabemos controlar. Quizá es porque las emociones nos engañan, los anhelos se transforman en espejismos y queremos amoldarnos a lo que se nos pone delante. Somos animales de costumbres y comodidades, al fin y al cabo. También somos animales egoistas, que lo queremos todo, en un mundo en el que inevitablemente hay que elegir. Y aguantarse si no puedes tener algo.

Si nos liberásemos de nuestras máscaras, cuanto lloraríamos, cuanto reiríamos, cuanto diríamos...Y de cuanto nos arrepentiríamos. Porque las emociones vienen y van, el cariño viene y va, el amor viene y va.

Por eso me duele escuchar ciertas cosas. Por eso no digo las cosas a la ligera. Porque las emociones vienen y van...Porque no se pueden soltar las cosas así como así. Porque no puedes decir un "te quiero" asi porque si...

....yo necesito sentirlo. Y raramente respondo a palabras de cariño con otra cosa que no sea bordería. Es un efecto automático de la máscara. Me fio más de los actos, sobre todo de los pequeños, y de los que se repiten. Esos te dejan claro como es una persona, y no las grandes puntualidades de la euforía, la rabia o la tristeza...Y nos cuesta darnos cuenta, porque lo miramos todo, y todo el rato, no nos fijamos en los detalles, no metemos lupas en nuestros bolsillos antes de salir de casa, absorbemos rapidamente y con prisa. Es curioso, es así como nos perdemos grandes cosas.

Y es curioso, que de tanto rechazar actos de cariño,(al menos de considerarlos como actos a tener en cuenta) he dejado de saber diferenciar los reales de los ficticios.

Será que me hago mayor, que evito las cursiladas (y no es que siempre lo consiga, maldita sea...) y que me baso en el paradigma del recelo. Cuando un perro recibe palos, acaba mordiendo a cualquiera. No he llegado a ese punto, obviamente, es solo un ejemplo. Si me acarician también me faltaría poco para dejarme llevar otra vez...Por eso no te puedes dejar llevar por las emociones. Te la juegan.

Por eso me gusta la máscara...No te hace más fuerte, pero lo pareces. No evita que seas débil, pero lo amortiguas. Nos permite llevar la vida mejor, a pesar de que no lo podemos tener todo. Es eso dejar de ser niños, ¿no? Comprender que no podemos tenerlo todo, no podemos patalear si las cosas no salen como queremos.

Pero tampoco puedes dejar de ilusionarte, ni luchar contra eso. ¿Ves? No puedes tenerlo todo, asi que no puedes evitar ilusionarte y ser feliz de vez en cuando. No puedes tener todo lo malo pero no puedes renunciar tampoco a lo bueno.

Y en esto nos movemos. Una tragicomedia sin fin....


Son ya las 3 de la madrugada. No se han ido ni los mosquitos, ni a vuelto el sueño. No dejo de pensar en el ser humano, en una idea abstracta de ser humano más que en mí mismo. Y en las máscaras...y el gran peligro de mirar a través de ellas...

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