En el centro de todo, me muevo entre posturas, siempre en medio. Siempre neutral, sin nunca serlo. Siempre gris, en escalas, nunca blanco o negro. Es el camino que elegí, y las consecuencias son curiosas...
Al verlo todo desde la amplitud, desde un lado y de otro, se entiende más, se analiza más, se aprende más.
Me he convertido con el tiempo en un observador, no en un experto. Las amistades a veces me tienen de consejero. Quizá no lo merezca, a veces es una carga pesada, pero me honra esa confianza, me llena de vida. Me gusta ayudar, si puedo, y si quieren que ayude. Si es cierto que es complicado ayudar si no eres el protagonista de sentimientos, yo mismo considero que en ciertos aspectos no puedo recibir ayuda de los demás, aspectos a los que debo enfrentarme solo.
Tampoco podemos cambiar algunas cosas malas, aunque queramos.
Me da igual a estas alturas como se supone que debo actuar para conseguir algo, me da igual lo que digan que piensan que es mejor para mi si no lo creo. Siempre había pensado que la felicidad era un estado pasajero, nunca algo que se adquiera.
Ahora creo que se trata más de una actitud. Si quiero un día mirar atrás, y poder decir que he sido alguien querido, si quiero ser de determinada forma aunque no encuentre todas las recompensas que esperara...tengo que ser flexible, tengo que amoldarme continuamente, moverme entre escalas de grises y nunca encerrarme en ideas fijas.
Porque las ideas y los valores son relativos. El único valor que puedo aceptar es la Existencia. Para todo lo demás, nada es seguro, nada se puede generalizar y dar por cierto. De alguna forma en eso reside el encanto irreemplazable de la vida...
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