jueves, 24 de junio de 2010

Cluedo (3º parte)

Otra parte mas escrita, ya quedan menos...xDDD


3. El crimen


La tormenta acabó subitamente. Joao A. Pereiro (Lopeiro) viajaba en su carroza de caoba unipersonal mientras repasaba los progresos de su fructífera tarde y la súbita e inesperada llamada del doctor P. Daniels. Pereiro estaba al tanto de la fiesta en la villa Ruibobille aquella noche, y una llamada seria cómo la que había recibido de Daniels a las 12:45 no era buena señal...Y es que Pereiro es un profesional en detectar el estado de sus interlocutores, y diferencia claramente la voz de un ebrio y un sobrio. El sonido de las cuerdas vocales de Daniels estaban sin ninguna duda libres de todo signo de alcohol. "Pardiez" pensó. Realmente tiene que estar pasando algo realmente espantoso...

- ¡Presto Pepelieu! ¡Debemos llegar en breve a la villa Ruibobille! - gritó con su melodioso y parsimonioso tono a su cochero, un ex-exclavo negro y francés de escaso coeficiente intelectual.



Los invitados de Ruibobille seguían riendo alumbrados en la calidez del salón. Daniels y Janson, en cambio, guardaban silencio tras el primer reconocimiento del doctor al cadáver.

- Puedo aventurarme a sentenciar que se trata de un asesinato, y con saña. - dijo Daniels derrumbándose en uno de los butacones de cuero rojo del despacho de Ruibobille.

- ¿Y ahora que hacemos? No podemos volver al salón como si nada pasara y una sonrisa falsa en la cara. A mi se me nota mucho cuando veo o no un muerto...¿Y si el asesino sigue en la casa?

- Tranquilízate. Dudo mucho que ocultar el crimen le importe mucho. Está claro que sea quien sea sigue aquí y está seguro de que va a salir ileso. Lo importante es jugar con la poca ventaja que tengamos y aprovecharla para cogerlo por sorpresa. He llamado a Pereiro para que nos asista en el proceso. Lo mejor que podemos hacer es ocultar la muerte de Ruibobille todo lo que podamos y junto a Pereiro resolver el enigma. No podemos dejar tampoco que nadie se vaya...

- Te veo muy convencido de todo...Y estás obviando que el que le haya matado puede matarnos también...Y no es que no quiera venganza por el pobre Ruibobille...pero la idea de morir un miércoles no me agrada...

- Déjate de pamplinas, Lewis...Vamos, tenemos que cerrar el estudio y avisar a Rufus para clausurar todas las entradas y posibles salidas.

- Creo que deberíamos pedir a Rosaline algo de perfume...Para evitar el olor a muerto cuando volvamos a entrar, claro.

Daniels le lanzó una mirada inquisitiva y certera a Janson. Sin mediar palabra, los dos hombres abandonaron el estudio sin volver la mirada al difunto. En el salón la escena era radicalmente diferente:

Por una parte, Mclovin y De la Rouge cantaban sobre la tarima de orquestas particular de Ruibobille, abrazados y bailoteando torpemente. La letra en algún momento se asimilaba al himno del club de los ruiseñores de septiembre, alternando con momentos de bajón en los que las voces se transformaban en simples quejidos y tatareos. A su alrededor había un coro compuesto por Noelesía, Aidha, Martha y Martina, la cocinera de Ruibobille, todas ellas también bastante bebidas. En la otra punta de la sala, Kant y Garcis jugaban todo lo tranquilamente que podían a las cartas, ambos con una copa de coñac casi sin estrenar. A los pies de Garcis dormía su gato, Wilfil, al cual nadie vio entrar, ni siquiera Rufus.

- Juégatela Garcis. Llevas media hora sin echar una sola carta.

- No seas exagerado. Además haces trampas, cómo todos los sicarios financieros y corruptos...

- Menos cháchara, que te encanta quejarte.

Garcis soltó un quejido estrambótico y muy sonoro. Para alguien que no lo conociera sería molesto e irritante, pero todos en la casa estaban ya acostumbrados a su presencia y al amplio surtido de sonidos que solía producir.

Rufus entró en la sala y se quedó mirando a Martina. Cuando vio a su jefe, la cocinera apuró su vaso de anis y salió del lugar por la puerta este a toda prisa. Piñavera suspiró y se acercó a los jugadores.

- Esta chica no aprende. Uno que ya tiene una edad no tolera el comportamiento de los jóvenes, tan desaprensivos y socarrones. Yo en mis tiempos era todo un don juan, ¿saben? Si, si...No se me resistía ninguna moza...Luego vinieron las guerras, el servicio militar y esas parafernalias y no tenía tiempo para nada...¡Pero logré sacarme tres carreras consecutivas y convertirme en el presidente del club de mayordomos de Londres!

Piñavera se regocijaba de si mismo mientras la vena del cuello de Garcis se ensanchaba y Kant apuntaba en su libreta lo que Rufus decía...

- Dígame, Rufus...¿cual es la historia de la chica? Sabemos bastante de Rosaline, pero nada de la cocinera, salvo su intento fallido de acabar con Mclovin. - rió Kant observando el desconcierto de Garcis ante su última jugada. William se hartó y tiró las cartas sobre la mesa.

- Hmmm...Tengo entendido que es de Rumania, y vino a Inglaterra junto a su novio en busca de una vida mejor...Por lo visto fue una hija no deseada y no le fue muy bien a la pobre.

De la Rouge y Mclovin aumentaron el tono de su estridente cantico. El segundo tropezó y por poco ambos se dan de bruces contra el escenario. Pero en vez de caer, se espabilaron en su juerga y elevaron aún más la voz:

" Nosotros no trabajamos, nosotros nos emborrachamos
que trabajen otros, que se manchen otros,
nosotros cobramos, nosotros apostamos
su agua es nuestro vodka, su julio es nuestro septiembre,
vivamos y brindemos, que ya nos arrepentiremos..."

Con todo el jaleo aparecieron Daniels y Janson en la puerta. Llamaron a Rufus y le pidieron que se asegurara de que todas las puertas de la casa estaban cerradas. Le preguntaron varias veces si nadie había abandonado el edificio, con su posterior negativa insistente. Daniels echó un rápido vistazo a la sala y observó que Spinello no se encontraba allí.

- ¿Ha visto a Spinello, Rufus? - preguntó Daniels mientras Janson se acercaba a Garcis y Kant.

- No, señor. Debió de salir por la puerta este en algún momento, ya que vigilé de cerca la oeste en todo momento.

Daniels le lanzó una mirada de sospecha ante la afirmación de su constante vigilancia. Notaba algo raro en la actitud de Piñavera. Janson volvió con Daniels y le comunicó que Kant había estado apuntando quien había entrado y salido de la sala en todo momento. Parecía otra de sus irracionales apuestas con Garcis.

- Me ha dejado la libreta por si me interesaban los apuntes. Quizás nos ayude con la investigación.

- ¿Investigación? - preguntó Piñavera extrañado.

- No se preocupe, Rufus. No es nada... - dijo Daniels haciendo un ademán a Janson para que salieran de allí.

Justo en esos momentos, De la Rouge pegó un salto fuera del escenario y comenzó a andar como si fuera un simio.

- ¡Voy a jugar al billar, quien quiera que se apunte! ¡Sigan el camino! - gritó mirando al techo e inmediatamente salió corriendo del salón por la puerta este.

Janson y Daniels se ofrecieron a ir a buscar al magnate desenfrenado. Le siguieron a un buen ritmo y lo vieron perderse por el pasillo que hacía esquina con la sala de billar.

- Creo que sería lógico tachar a De la Rouge de posible asesino viendo el estado en el que se encuentra...- le dijo Janson a Daniels en voz baja.

- Mejor no dar nada por sentado aún, Lewis...


Mientras los investigadores improvisados daban caza al fuera de sí, Joao A. Pereiro (Lopeiro) llegaba al portal de la mansión de Ruibobille. Llamó a la puerta mientras recordaba con nostalgia los momentos pasados vividos allí. Hacía tiempo fue uno de los más habituales invitados de Ruibobille y pasaron varias tardes charlando sobre hipotesis sobre investigaciones sin resolver o arrojando luz sobre casos activos de Pereiro. Pero el detective comenzó a viajar bastante por el país movido por numerosos casos que lo reclamaban y pasó una buena temporada sin acercarse al lugar. Rufus lo recibió y lo invitó a pasar con alegría. Pepelieu venía detrás con varias maletas en las que Pereiro solía llevar todos sus instrumentos detectivescos. Pereiro respiró hondo y le preguntó por el doctor Daniels. Se quitó el pesado abrigo y el sombrero y avanzaron hasta la sala común. Nada más entrar escucharon un grito.

- ¿Que ha sido ese vil sonido? - exclamó Pereiro sacando su revolver suizo.

De la Rouge apareció en la segunda planta y cayó por las escaleras hasta llegar a los pies de Pereiro. Joao esquivó gracilmente al borrachuzo y casi empuja a Rufus. Daniels y Janson aparecieron en lo alto de la escalera, mostrando signos de estar algo cansados. Tras el trompazo, De la Rouge se quedó dormido, y entre los cuatro hombres (sustituyendo a Joao por Pepelieu, por supuesto) lo llevaron al cuarto de Rufus. Luego, y con la mayor discreción, se reunieron en la sala de billar.

- Verá Pereiro, ha ocurrido algo horrible...Lewis y yo encontramos a Ruibobille muerto en su despacho hace unos minutos. - Un trueno sonó a lo lejos y su destello inundó toda la sala. Tras el estruendo todo se quedó en silencio durante un tiempo. Pereiro comenzó a reflexionar sumido en un estado de concentración completo, si bien parecía que apenas daba crédito a lo que acababa de oir.

- Me cuesta asimilar algo así... - tras un momento recuperó la compostura, cruzó las manos y empezó a andar en circulos sobre la alfombra del centro de la habitación. - ¿Imaginan que ha podido pasar? ¿Diagnóstico, doctor?

- No hay mucho que decir, salvo que ha quedado demostrado que se trata de un asesinato. Ruibobille fue apuñalado varias veces en el costado, ignoro con que clase de arma blanca.

- ¿Y por qué da por sentado que es blanca? - preguntó atropelladamente Rufus, que aún parecía en estado de shock por la noticia.

- Dudo mucho que nadie apuñalara a Alexander con un arma no punzante, Piñavera...- contestó irritado el doctor.

- ¡Pardiez! Esta ecuación es siniestra...Bien, tendremos que interrogar a todos los presentes e investigar cada uno de los rincones de la mansión para dar con la verdad. Ruibobille ha sido asesinado, con lo cual debe existir un móvil, con lo cual debía ocultar algo, con lo cual ese algo puede encontrarse en formato físico en algún lugar de esta casa, con lo cual...¿que decía?

- Que debemos investigar, jefe. - contestó Pepelieu con voz ronca de fumador compulsivo.

- Exacto, exacto. ¿Dónde se encuentra el resto de invitados?

- Están todos en el salón, señor. Exceptuando a monsieur De la Rouge. - dijo Piñavera.

- Spinello no estaba cuando Lewis y yo bajamos tras encontrar el cuerpo...Y aunque no habíamos caido antes, madame Lecumlora tampoco...- apuntó Daniels.

- Podríamos comenzar revisando la libreta de Kant...Parece que apuntó quienes salieron y entraron durante nuestra ausencia. - añadió Lewis.

- ¿Lo apuntó? - Pereiro parecía intrigado.

- Si. Anthony Kant tiene la manía de apuntar todo lo que se le ocurre en su maquiavélica mente financiera. - dijo Janson sin darle demasiada importancia.

- Bien, bien. Mi instinto portugués me dice que esta libreta puede arrojar valiosa luz sobre nuestras oscurecidas mentes. ¡Bazinga! - Pereiro gritó sobresaltando a todo el mundo, menos a Pepelieu, que se había acomodado en una silla y quedado medio dormido.

- He caido en algo, señores mios. Tengo entendido que el general Spinello vino hace unos días a esta mansión, ¿verdad, Rufus?

- Si, señor. Tenía asuntos personales que atender con el señor. Al menos es lo que me dijo la cotilla de Martina cuando pasó junto al estudio, diciendo que había escuchado algunas cosas por error.

- Ya veo...Bien, tenemos que hablar con Spinello, tengo entendido que tenía bastante confianza con Ruibobille. Puede que sepa algo relacionado con su asesinato, si bien no es el propio emisor de la muerte...

- ¿Ha dicho que es portugués? ¿No era cubano? - preguntó Lewis desconcertado.

- ¿Acaso tengo pinta de cubano, señor Janson? - dijo molesto Pereiro.

Todos en la sala contestaron al unísono que sí, incluido Pepelieu. Otro trueno se internó en la sala de billar. Algo le decia al detective privado Joao A. Pereiro que la noche sería muy larga...

4 comentarios:

  1. Te odioooo!! >.<
    Son ya muchos dias sin saber de Ruibobille y De la Rouge!! Dame maaaas novela

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  2. Pronto seré libre para darte todas las palabras que quieras!!! jajajaj :D

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  3. MMmmmmm eres malo me tienes en ascuas!! encima no sueltas ni una pistilla :(

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  4. Eres un grande Ale, GRANDE!!

    Pero deberías ponerlo como primera entrada!!

    Ahí comienza a verse mi protagonismo!!!! Así me gusta!!!

    BAZINGA!!! Grandioso todo magnate, grandioso.

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